Normalmente, cuando hablas sobre ti con una persona que no está relacionada con la hípica y les comentas que montas a caballo, la primera respuesta suele ser «Todo lo hace el caballo» pero también hay que estar preparado para un «¿Pero eres rico?».
En nuestro país -y en muchos otros- se relaciona la hípica con elitismo, lujo y dinero, mucho dinero y, por tanto, toda persona que monte o tenga un caballo, debe ser una persona con un nivel económico muy alto.
Una de las causas de esta idea es, por ejemplo, la prensa rosa, en la que se muestra a personajes famosos que se dedican a salir a competición, a asistir a eventos relacionados con el caballo, etc., sin importar mucho los resultados o el concurso en sí.
Además, se pueden ver grandes marcas de lujo patrocinando jinetes internacionales como Hermès, Gucci o Ralph Lauren, lo que acaba vendiendo lujo y exclusividad que no siempre está ahí.
En la imagen: Paloma Jiménez-Carmona con «Sherie Star» con mantilla y casco de Hermès (Borja Viba)
Con esto no quiero decir que sea un deporte regalado, ni mucho menos, como en cualquier otro deporte el aficionado y/o el profesional debe hacer sacrificios. Supone madrugar para pasar horas y horas en la cuadra, ensuciarse, tener que estar pendiente de cuidado de un animal, cuidar su alimentación, hablar con veterinarios, herradores, cuidar su hogar, ya sea en box o en prado.
Pero, en la actualidad, la hípica al alcance de todos. En los últimos años han aparecido muchos clubs hípicos que ofrecen al público la oportunidad de estrenarse en este deporte, ya sea con paseos, clases o campamentos, por un precio más que razonable, además de la posibilidad para los jinetes y amazonas que no puedan permitirse correr competiciones oficiales de concursar sin hacer un gran desembolso económico gracias a los sociales que se disputan casi cada fin de semana en distintas cuadras del país.
Por supuesto, lo que se ve en los medios es a los jinetes y sus caballos de punta en blanco, con su equipo de competición, impecables para salir a la pista de concurso y es cierto que la competición hípica mueve mucho dinero. Pero, más allá de esa imagen, hay miles de jinetes y amazonas que trabajan duro en su día a día para conseguir que su caballo esté bien cuidado y sano, que disfruta de todas y cada una de las horas que está en las cuadras a pesar de lo cansado que pueda llegar a ser.
Muchos de nosotros nos hemos visto en esa situación del «¿Eres rico?», «Que bien te va entonces» pero, realmente, lo que hacemos es olvidarnos de comprar ropa nueva, salir a cenar, irnos de viaje, entre otras, para invertir nuestro tiempo y dinero en la hípica y disfrutar de nuestro deporte todo lo que haga falta.
Silvia
Imágenes: Helena Lee Photography y Borja Viba (Paloma Jiménez-Carmona)
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